Los telegramas, siendo los primeros mensajes instantáneos, permitieron a las personas enviar breves notas a largas distancias con rapidez. Aparecieron en el siglo XIX como resultado del desarrollo de la telegrafía . Aunque los tuits surgieron unos 150 años más tarde, fueron objeto de críticas sorprendentemente similares a pesar de la gran diferencia de tiempo entre ambos medios.
En respuesta a la aparición de los telegramas, algunas de las primeras reacciones incluyeron un comentario en 1858 del diario The New York Times que los describió como «superficiales, repentinos, no filtrados», y que probablemente «harían que la mente popular fuera demasiado rápida para la verdad». Curiosamente, las redes sociales de hoy han recibido críticas similares. En ambos casos, la naturaleza breve y limitada en caracteres de los mensajes fue considerada un problema que llevaba a una falta de profundidad y contexto.
Se plantearon dudas sobre el valor inherente de la comunicación instantánea y breve. Como lo hizo en su momento un escritor:
Diez días nos traen los correos de Europa. ¿Qué necesidad hay para los fragmentos de noticias en diez minutos? ¿Cómo contribuirá a la felicidad de la humanidad?… ¿Ha desterrado algún mal, mitigado algún dolor?
El escritor insinuó luego que esta forma de comunicación podría aumentar el sufrimiento al informar a los familiares de los difuntos más rápidamente.
En la década del 2000, la aparente frivolidad de Twitter recibió un trato similar, siendo una broma común que solo servía para contarle a la gente qué desayunaste. Sin embargo, en ambos casos se hizo evidente que la comunicación instantánea y breve era una evolución importante en la comunicación humana.
Al igual que las redes sociales, los telegramas también se enfrentaron a problemas de acoso en línea y difusión de información falsa. En el artículo a continuación, se refieren a estos problemas como «adiciones maliciosas», y se culpa al telegrama por la propagación de noticias no verificadas y por causar tensiones entre británicos y estadounidenses.
Los chicos de hoy en día
En el pasado, algunos jóvenes eran usuarios particularmente entusiastas de los telegramas, de manera similar a como ocurre hoy en día con las redes sociales. En ambos casos, el deseo de comunicarse y socializar impulsó su adopción entre los jóvenes, lo que generó preocupaciones sobre el uso excesivo por parte de las generaciones mayores.
Por ejemplo, un informe de Wellesley College en el siglo XIX describió a los estudiantes que enviaban y recibían un promedio diario de 116 telegramas entrantes y 175 salientes como una «adicción». Hoy, nada ha cambiado. Las preocupaciones sobre la «adicción» a las redes sociales siguen siendo rampantes.
Censura y suplantación de identidad
Los telegramas también tuvieron un impacto en la guerra con su capacidad para proporcionar actualizaciones en tiempo real. Naturalmente, los gobiernos a menudo intentaron censurar cualquier comunicación considerada indeseable. El primer ejemplo de esto ocurrió en 1863, cuando se informó que las autoridades de Ucrania y Rusia decidieron no permitir el paso por sus líneas de telegramas de ninguna noticia desfavorable para Rusia, particularmente en relación con los esfuerzos militares de Rusia.
La suplantación de identidad y la propaganda también fueron un problema, especialmente sin una manera formal de verificar al remitente. En particular, durante la pandemia de gripe española de 1918, los «antimascarillas» de la época enviaron telegramas que supuestamente provenían del cirujano general del Ejército de Estados Unidos, aconsejando a las personas que no usaran mascarillas . Más tarde se descubrió que los telegramas eran falsos, pero no antes de que se convirtieran en noticia. Por supuesto, cosas similares ocurrieron en Twitter durante la reciente pandemia de COVID.
“Los telegramas destruirán la Tierra”
Las exageraciones continuaron. Con la llegada de los cables telegráficos transatlánticos, surgieron teorías de que podrían llevar al fin del mundo. Una de las predicciones apuntaba a que los cables que se extendían a ambos lados de la Tierra perturbarían los polos magnéticos del planeta, cambiarían la posición del eje terrestre y provocarían bosques tropicales en Central Park y una profunda congelación en África. Al final, esto conduciría a un caos total en el Sistema Solar, incluyendo una «serie de espantosas colisiones» entre los planetas.
La capacidad repentina de comunicarse al instante a largas distancias puede parecer una fuerza extremadamente disruptiva. No obstante, estas mismas preocupaciones fueron expresadas hace más de 150 años con la invención del telégrafo, el cual se convirtió en una parte crucial de la comunicación y el intercambio de información. Lo mismo ocurre por estos tiempos con las redes sociales.
El cargo Los telegramas, el Twitter de la década de 1850. ¿Algo ha cambiado? apareció primero en Tecnovedosos.
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