Para observar la realidad de Venezuela, también podemos partir de dos noticias políticas que giran en torno a dos nombres. El primero es el del comisario Iván Simonovis, el segundo es el de Juan Planchart, ciudadano italiano-venezolano y primo del autoproclamado presidente Juan Guaidó. Simonovis, condenado a treinta años de prisión porque fue responsable de la masacre en Puente Llaguno durante el golpe de 2002 contra Chávez, estuvo en régimen de casa por cárcel por razones de salud desde 2014. Sufrió de «19 enfermedades crónicas» que lo hicieron absolutamente inadecuado para la vida tras las rejas …
Ahora ha huido a los Estados Unidos, y en una entrevista relató su asombrosa fuga, digna de una película de James Bond, durante la cual descendió desde arriba, se arrastró a través de tuneles y luego se aventuró hacia el mar, donde superó todo tipo de escollos y realizó otras acrobacias, con una actitud poco compatible con la lista de enfermedades crónicas que debería haber sufrido. En Estados Unidos, inmediatamente puso en marcha su lengua, reuniéndose con el gobierno de Trump que, a través de sus portavoces, señaló que la Venezuela bolivariana siempre está en el centro de las preocupaciones militares del Pentágono y que ésta podría ser una semana decisiva para poner en marcha un nuevo ataque contra Nicolás Maduro.
En el fondo, anunciaron los halcones del Pentágono, la llegada de un “barco hospital”, que navegó desde Estados Unidos el 19 y se dirigió a la costa venezolana para prestar «ayuda humanitaria a los desplazados». Esta «dictadura» de Maduro es realmente feroz, y sin duda tiene que ser acusada de «violar los derechos humanos» de los «presos políticos» ….
Y desde el sombrero unidireccional de los derechos humanos, sale el segundo nombre, el de Juan Planchart. El subsecretario de Asuntos Exteriores italiano, Ricardo Merlo, quien la semana pasada recibió en la Farnesina al suegro italiano-venezolano de Planchart , confirmó que su nombre estaba incluido en la lista de «presos políticos» entregados por la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, al presidente Maduro durante su reciente visita a Caracas.
Merlo acaba de solicitar el apoyo de Bachelet: «Agradezco a la Alta Comisionada Bachelet por la sensibilidad mostrada en el caso» – comentó el subsecretario – «El fin de las detenciones arbitrarias es una de las condiciones que el Grupo Internacional de Contacto sobre Venezuela de la que Italia forma parte, coloca como prioridad en el camino que se debe tomar lo antes posible a nuevas elecciones presidenciales libres y creíbles».
Una declaración que da una peligrosa vuelta hacia los planes injerencistas de Trump y sus títeres. Según las declaraciones de Eliott Abrams, pronto los países que reconocen el autoproclamado aumentarán en número, llegando a 54. Esperemos que, en lo que respecta a la posición del gobierno italiano, el balance no salga definitivamente del lado equivocado de la historia y de la decencia, dado el perfil del personaje defendido por Merlo con tanta pasión.
El abogado Juan Planchart es una figura central en la conspiración financiera contra la petrolera estatal venezolana, PDVSA, a la que como consultor de la principal petrolera rusa, Rosneft, podría haber robado mil millones de acciones desviadas a PDV-Caribe. Dinero que se dará a los mercenarios para financiar acciones subversivas contra el gobierno de Maduro con el apoyo de algunos miembros de la mafia que han terminado en prisión: todos son «presos políticos», por supuesto …
La cantidad de fondos tomados del pueblo bolivariano por esta banda de estafadores que encuentran un gran apoyo en el extranjero es estratosférica. Un mecanismo bien apoyado por las sanciones y chantajes de Trump y sus países subordinados, en América Latina y en Europa. El canciller de Venezuela, Jorge Arreaza, lo denunció con fuerza en Roma, hablando en la ceremonia de investidura del nuevo Director General de la FAO, el chino Qu Dongyu, quien ganó con 108 preferencias de un total de 191 (Italia, en cambio, ha votado por la francesa Catherine Geslain-Lanéelle). Arreaza ilustró el mecanismo de los Clap, los comités de abastecimiento y producción que alimentan a millones de familias, a pesar de la guerra económica y del «sufrimiento sin precedentes» que el gobierno de Trump ha prometido reservar para el pueblo bolivariano.
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